algo mas que palabras
ALGO MÁS QUE PALABRAS
LA MALDITA MENTIRA
“Las mismas
habladurías nos estigmatizan”.
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Víctor
CORCOBA HERRERO/ Escritor
corcoba@telefonica.net
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Vivimos en el terreno de la
confusión, propiciada por la maldita mentira o por esa verdad mal
entendida, utilizada como propaganda sectaria, que hace tanto daño
como la falsedad. Indudablemente, construir la paz bajo esta
atmósfera es un amor imposible. Hay que restaurar la verdad en el
mundo, llamando a las cosas por su nombre, no mezclándolo todo, pues
actuando así podemos caer fácilmente en denigrar vidas de
inocentes. Lo importante es contribuir al cambio de comportamientos y
mentalidad. De lo contrario, activaremos la violencia, que no conoce
de géneros, pero sí que necesita del esfuerzo de otras dinámicas
más sinceras, cuando menos para respetarnos, pues nadie es posesión
de nadie, como tampoco ha de ser sacrificado por el reinado de la
duda y la sospecha. Prioritario es servir a la evidencia, sin obviar
la dignidad y los derechos de la persona. Hoy más que nunca se
requieren gentes de paz, precisamente, por ese cúmulo de tensiones y
conflictos; casi siempre alimentados por la hipocresía que todo lo
envenena de engaños. Este no es el camino para el encuentro y la
concordia, sino todo lo contrario, es el fermento en el odio, que
todo lo destruye y lleva al desprecio de toda vida.
Donde gobierna la mentira no
hay luz, tampoco puede haber justicia. Esto es grave, gravísimo. A
mi juicio, cualquier apariencia nos mata. Las mismas habladurías nos
estigmatizan. A propósito, un líder mundial, como el Papa de la
Iglesia católica, Francisco, reiterativamente lo ha advertido:
“¡Tened cuidado! Un chismoso o una chismosa es un terrorista,
porque con su lengua lanza la bomba y se va tranquilo, pero lo que
dice, esa bomba lanzada, destruye la fama del prójimo”. Por
desgracia, nos hemos acostumbrado a cultivar las escorias de la
ficción en nuestro interior, constatando una ausencia de
consideración hacia la palabra dada, junto a una generalizada
tendencia agresiva, fruto de la venganza. Esto no es bueno para
nadie. Nos falta transparencia y nos sobra oscurantismo. La realidad,
por tanto, se ha vuelto además inhumana. A menudo escuchamos
relatos dañinos y falsos sobre los migrantes, también sobre todo
tipo de tormentos salvajes, generados en parte por esta atmósfera
desconcertante que todo lo enmaraña y complica. En consecuencia,
nuestro primer deber sin duda ha de ser, el rechazo de los disfraces,
haciéndonos más auténticos, tanto de palabra como en acciones
concretas.
Por tanto, es urgente
recuperar el espíritu de familia, acrecentar ese armónico hogar con
otros abecedarios más del corazón, para poder interiorizar esas
otras dimensiones que verdaderamente nos armonizan, y que no es otra
que abrirnos a lo cierto y al amor, dejándonos transformar con el
activo de lo legítimo. Ojalá veamos la realidad que nos circunda,
verdadero calvario para algunos, con ojos nuevos, pues la verdad es
lo que realmente da sentido a nuestro hacer diario, a indagar como
seres pensantes libres hacia el futuro. Con dobleces también
perdemos el tren de los avances, pues resulta imposible distinguir la
senda que nos lleva al horizonte del instante preciso, el de la luz.
Sea como fuere, nuestra búsqueda por lo verídico ha de ser
permanente. De lo contrario no se quiere. Quien ama entiende que el
mismo amor es experiencia de autenticidad, de donarse y conocerse.
Por eso, todos estamos llamados a engendrar un mundo más pacífico,
y por ende más verdadero en cuanto a relaciones humanas, que son la
mejor medicina para tener la conciencia tranquila y contra cualquier
modo de aislamiento.
Se dice que el cambio
climático y las protestas en América Latina y el resto del mundo
han acaparado los titulares de la prensa mundial y que figuran entre
las noticias más leídas este año. También se ha dicho desde
Naciones Unidas, que para responder a las protestas mundiales, antes
hay que hacer frente a la desigualdad. Sin embargo, apenas hablamos
de esa mentira continua que algunas gentes con poder llevan
permanentemente consigo. Se ha corrompido tanto la verdad, que nos
hemos perdido la consideración por el análogo y la confianza entre
semejantes. Y aún hay más, la complicidad es tan manifiesta con
este tipo de falsedades, que todo se mueve en el terreno del caos, la
indiferencia o pasividad. Hay una sociedad de dominadores que solo
parece aceptar un abecedario corrupto, lo que se pone al descubierto
que también las raíces de nuestra existencia moral están
completamente empobrecidas. Junto a estos desordenes, también ha
espigado un fundamentalismo fanático, que también falsea y
desfigura ese rostro amoroso y clemente, sembrando lágrimas y
muertes por doquier. En suma, que la decepción por esa
universalizada maldita mentira, nos está poniendo en peligro nuestra
propia coexistencia como linaje. Confiemos en que esta apuesta por la
verdad, esté más allá de los meros discursos, ya que es un modo de
cohabitar, de vivir y de obrar. No olvidemos que, tan importante como
amarnos, es saber conjugarlo con fundamento, simiente vital de todas
las virtudes. Desde luego, más vale un momento de vida veraz que una
eternidad construida en la simulación.
Víctor CORCOBA HERRERO /
Escritor
corcoba@telefonica.net
18 de diciembre de 2019